Después de tantas noches tristes, tantas noches llenas de duda y rabia, esta noche ha llegado para hacer del resto algo diferente, algo lleno de alegría y felicidad. Hoy le dije a tu esposo “te doy las gracias, porque hace mucho que no la veía feliz, y es por ti, por todo esto que has hecho por ella. Hermano, gracias”. Él sonreía, no sé si por mi mal inglés o por no saber qué decir ante tal revelación. Me preguntó, “¿y cuándo nos visitas?”, yo le respondí “esperaré a que hagan un puente que cruce el mar, así podré irme caminando”. Después de reírnos un rato le dije “debes plantar un árbol de granadas en el patio de la casa de ambos”, él me dijo que lo hará, pero que quizás no prenda el árbol, o no de fruto. Yo le dije que sembrara la semilla, que Dios hará el resto.
Mi querida
Aryam, te escribo esto porque estoy muy feliz, y quiero hacerlo público. Estoy feliz no solo porque te hayas casado con un buen hombre, que te ama y que de seguro te cuidará y te protegerá por siempre. También estoy feliz porque tu destino me devuelve la esperanza, la fe en que si uno obra bien le va bien, en que Dios no nos ha abandonado, y en que a la gente buena es justo que le pasen cosas buenas.
Quiero que juntos planten ese árbol de granadas, como el que tenías en casa de tu abuela. Ese árbol será plantado en un nuevo suelo, uno más fértil y más limpio que el anterior. Dará frutos frescos y sabrosos, sombra en los días soleados y cobijo en los días con fuertes vientos. Será fuerte, será grande, será hermoso. Ya lo verás. Estoy más seguro de ello que del hecho de que salga el sol en la mañana.
Porque ese árbol es tu nueva vida, Aryam, en una nueva tierra, con nuevo sol y nuevos aires, junto a tu esposo, que también es parte de ese árbol, lo cual lo hace doblemente fuerte, grande y vivo.
Y tu hijo leerá un buen libro bajo ese árbol, y comerá de sus frutos, y dormirá bajo su sombra y se subirá a su copa. Y lo verás hacer todas estas cosas feliz y contento, y llorarás agradecimiento y felicidad.
Y si es necesario, yo mismo haré el puente, e iré a visitarte, a visitarlos, a los tres.
Y claro, a sentarme a comer una granada al pie del árbol.