I
En el estricto momento
en que reposan nuestros cuerpos
tu cara se consigue con la mía
me doy cuenta
de que lo que siempre vi
como si se tratase
de una primera vez
es el principio y fin
de mi vida.
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II
Dime que no hay nada
después de ti
ni manos
ni letras
ni voces
que puedan llenar
este espacio que colmas
con tu presencia divina.
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