jueves, 28 de noviembre de 2013

Blanco

Una de las últimas veces que recuerdo haberte amado tenías la cabeza rapada y descubierta como en un poema ruso. Veo al hombre de la camisa blanca descansar su espalda sobre mi pecho mientras le beso los ojos y las mejillas. ¿Habría hecho tan enorme daño la palabra ‘amor’ entre tú y yo?
Por qué no pude decir nada y me apresuré venturosa a imaginarme en los pasillos de un psiquiátrico erigido para aceptar al amor que me hizo sentir infinita; inmensa como un árbol que protegió tu cabeza aquella fría mañana, te abrazó en sus raíces y susurró muy bajito, junto a tu cuello: Todas las frases que dejó de entender en el principio el hombre el día que, por vergüenza, se abandonó a la cordura y no fue ya intérprete de los cantos que arrastran de Este a Oeste las hojas y el viento.


miércoles, 30 de octubre de 2013

Encuentro con Nour




".عندي ثقه فيك عندي امل "



Tú y Yo sabemos que hay pesares que suceden a muchos años de desórdenes vinculados a los trastornos del sueño. Que hay horas, rampas felices hacia la bruma de las primeras luces, en las que nos esgrimimos preguntas que quizá no tengan respuesta alguna.
¿Dónde se ha ido todo el amor?
El desorden viene con jaqueca.
Acudo, como acuden al templo los devotos, a las voces de tus poetas.
Alzo una invocación desesperada que arroje a una muchacha, al menos una,  ataviada en una mirada serena y gráciles costumbres.
Ella  no te preguntará nada, pero tendrá el poder de hacer que te preguntes tantas cosas como yo hoy me pregunto.
Cubrirá tu sueño con cada uno de sus cabellos prendidos de mirra.
Te hará imaginar frases que salen envueltas en nácar de su boca corpórea.
Cada uno de sus pasos ligeros hará temblar todas tus tierras.

Yo quiero que su aliento venga cargado de sales y perfumes de oriente y ya no te importe cuestionar la existencia de los Campos Elíseos pues tu Cielo cristiano habrá hallado nombre.
Encontrarla cada vez será como regresar del viaje del héroe, y, en una sola de sus miradas concedidas, habrás estado en todos los lugares.
Sus manos serán hábiles para el pan y la caricia; ojalá su piel venga bañada por el sol, tostada como el trigo.
Así, ella desnuda no te deslumbrará y podrás escurrirte en sus noches sin perder los hilos de tus propios pasos. Será el lugar el lugar del refrigerio y tendrá el calor de la casa.

Espero saber de ella por tres cosas:
Para que veas alojado en el brillo de sus ojos persas el deseo sincero de conocerte espléndido, floreciente.
Quiero beber con ella el té mientras en cuerpo y alma reconozco reverente mis derrotas. Tendré que reconocer, incluso, que lo prepara mejor y será tan bella y aguda como una aguja de plata; yo no podré ni haré ademán alguno de contrariarla.


Finalmente, rezo para que cargada de su bondad y ternura, pueda decirme dónde se había perdido en ti todo el amor. 

martes, 29 de octubre de 2013

Kourosh Yaghmaei - Gole Yakh

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martes, 22 de octubre de 2013

Interpretación Zenital

File:Correggio 056.jpg
¿Y si no habito los espacios donde se expande en mí el dolor del desmembramiento implicado en el desgarre espiritual de mi Corazón cómo podré habitar aquellos que tanto han intentado glorificar tu memoria?
Quizás el Tigre y el León desconocen el cansancio. Quizás. Mas el rastro del perfume de la muerte hemos aprendido a abrazarlo por la herida abierta.
No todos nosotros somos dorados hasta el final ni hemos abrigado la antorcha en la retina.
No somos tréboles de cuatro hojas que resplandecen frágiles en el prado, no.
A diferencia de las mitologías que aluden senderos de la mejor fortuna, somos dorados hasta la muerte y tenemos memorias portadoras de gestos que llevarán al abismo:
Para un umbral negro, las muchas de tus soberbias.
Para un purgatorio justo, los misterios de un gran vacío.
Y, finalmente, para un umbral blanco,

una muestra de tu piedad o cualquier cosa registrada que nos haya servido para no olvidar algún mediodía donde sonreímos ante lo que interpretamos entonces como tu bondad toda.

domingo, 11 de agosto de 2013

Fairouz - Nassam Alayna al Hawa

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domingo, 2 de junio de 2013

Tiger. William Blake

TIGER, tiger, burning bright 
In the forests of the night, 
What immortal hand or eye 
Could frame thy fearful symmetry? 
 
In what distant deeps or skies         5
Burnt the fire of thine eyes? 
On what wings dare he aspire? 
What the hand dare seize the fire? 
 
And what shoulder and what art 
Could twist the sinews of thy heart?  10
And when thy heart began to beat, 
What dread hand and what dread feet? 
 
What the hammer? what the chain? 
In what furnace was thy brain? 
What the anvil? What dread grasp  15
Dare its deadly terrors clasp? 
 
When the stars threw down their spears, 
And water'd heaven with their tears, 
Did He smile His work to see? 
Did He who made the lamb make thee?  20
 
Tiger, tiger, burning bright 
In the forests of the night, 
What immortal hand or eye 
Dare frame thy fearful symmetry?

miércoles, 10 de abril de 2013

Luiz Melodia - Minha Rainha

Cartola - Preciso Me Encontar


Deixe-me ir
Preciso andar
Vou por aí a procurar
Rir prá não chorar
Deixe-me ir
Preciso andar
Vou por aí a procurar
Rir prá não chorar...
Quero assistir ao sol nascer
Ver as águas dos rios correr
Ouvir os pássaros cantar
Eu quero nascer
Quero viver...
Deixe-me ir
Preciso andar
Vou por aí a procurar
Rir prá não chorar
Se alguém por mim perguntar
Diga que eu só vou voltar
Depois que me encontrar...
Quero assistir ao sol nascer
Ver as águas dos rios correr
Ouvir os pássaros cantar
Eu quero nascer
Quero viver...
Deixe-me ir
Preciso andar
Vou por aí a procurar
Rir prá não chorar...
Deixe-me ir preciso andar
Vou por aí a procurar
Rir prá não chorar
Deixe-me ir preciso andar
Vou por aí a procurar
Rir prá não chorar..

Tom Zé - augusta, angélica e consolação

Augusta, graças a deus,
Graças a deus,
Entre você e a angélica
Eu encontrei a consolação
Que veio olhar por mim
E me deu a mão.
Augusta, que saudade,
Você era vaidosa,
Que saudade,
E gastava o meu dinheiro,
Que saudade,
Com roupas importadas
E outras bobagens.
Angélica, que maldade,
Você sempre me deu bolo,
Que maldade,
E até andava com a roupa,
Que maldade,
Cheirando a consultório médico,
Angélica.
Augusta, graças a deus,
Entre você e a angélica
Eu encontrei a consolação
Que veio olhar por mim
E me deu a mão.
Quando eu vi
Que o largo dos aflitos
Não era bastante largo
Pra caber minha aflição,
Eu fui morar na estação da luz,
Porque estava tudo escuro
Dentro do meu coração.

domingo, 7 de abril de 2013

Regina Spektor - Molitva

Алла Пугачева "Мне нравится, что Вы больны не мной"

Марина Цветаева "Мне нравится, что Вы больны не мной..."

Мне нравится, что Вы больны не мной,
Мне нравится, что я больна не Вами,
Что никогда тяжелый шар земной
Не уплывет под нашими ногами.
Мне нравится, что можно быть смешной
Распущенной - и не играть словами,
И не краснеть удушливой волной,
Слегка соприкоснувшись рукавами.
Мне нравится еще, что Вы при мне
Спокойно обнимаете другую,
Не прочите мне в адовом огне
Гореть за то, что я не Вас целую.
Что имя нежное мое, мой нежный, не
Упоминаете ни днем ни ночью — всуе...
Что никогда в церковной тишине
Не пропоют над нами: аллилуйя!
Спасибо Вам и сердцем и рукой
За то, что Вы меня — не зная сами! —
Так любите: за мой ночной покой,
За редкость встреч закатными часами,
За наши не-гулянья под луной,
За солнце не у нас на головами,
За то, что Вы больны — увы! — не мной,
За то, что я больна — увы! — не Вами. 

3 мая 1915г.

ПОДМОСКОВНЫЕ ВЕЧЕРА - ГЕОРГ ОТС

Red Army Choir: Souliko.

The Stars of St. Petersburg - Koroneiniki

Meeting Laura

Mussorgsky - Pictures at an Exibition, The Great Gate of Kiev

Horowitz Plays Scriabin Etude Op. 8 No. 12

miércoles, 3 de abril de 2013

Red Army Choir - Let's Go!

GAADA DIWANE DE BECHAR "BENBOUZIANE "

El aventurero - José Antonio Ramos Sucre


Estaba inerme por efecto de la porfía secular con el burgués y el villano, Había perdido sucesivamente mis privilegios.
Un afecto legítimo reposó los días iniciales de mi juventud.
La doncella rústica, peregrina del mundo de los sueños, portaba una hoz de plata en ocasión de la primera visita.
Enviudé en el curso de hostilidades activas. La algazara de los rebeldes abrevió los últimos instantes de mi compañera.
Pasaba las noches, solo y vestido de hierro. al pie del lecho de su última dolencia. Amigos y criados me habían abandonado en el peligro.
Escrutaba asomado al ventanal, el cielo manchado de luz tímida.
La muchedumbre se revolvía al pie de los muros, apercibiendo armas y vociferando amenazas.
Aproveché la celebración de un armisticio y escapé en demanda de la fortuna, sobre un caballo nervioso. Buscaba peligros más importantes.
Dormía con las riendas en las manos sobre el suelo rudo. La noche letárgica borraba las siluetas.
Monté una barcaza del comercio levantino y hallé el ejército de los cristianos en donde corrieron, bajo la sanción divina, los primeros días de la humanidad.
Los azores y los corceles habían muerto de sed en los desiertos de arena. Los paladines jadeaban a pie o cabalgaban el asno modesto y el buey palurdo.
Un inmigrante, fugitivo de mazmorra bizantina, se propuso desviarme de la muerte de la hueste lacerada. Me insinuaba la conquista del mando en reinos indefensos, al alcance de la mano, y me prometía la cohorte desigual de sus adeptos.
ejecuté el proyecto después del escarmiento de los nuestros. Los infieles salieron por escuadras, de los senos de las cuevas de una serranía.
Fuimos acorralados y vencidos por la multitud de sus jinetes. Usaban caballos habilitados para combatir simulando la fuga. Sus armas, de metal claro, encarnaban tenazmente.
Las mujeres, guardadas en medio del campamento, prefirieron la servidumbre al sacrificio. Vistieron galas y preseas para aumentar su belleza a los ojos del vencedor. Mi consejero quedó entre los muertos. Yo salí a salvo, con el séquito de sus parciales, siguiendo una despedazada vía romana.
Atravesé los escombros de una civilización historiada por los gentiles.
Llegué donde me aclamaron pueblos desconocidos, segregados.
He cimentado la fortuna de mi reino por medio de mi casamiento con la sobrina de un príncipe armenio.

XVII - Juan Sánchez Peláez (de "Por cuál causa o nostalgia")



De cuerpo entero hay un sueño
-Tu beso de higo entre largos ramajes-

Cada cuatro manzanas hay un árbol
-Tu beso de oscura     clara dicha-

Por cuál causa o nostalgia
en vilo tu desnudez     tu pecho
mostrando gavilanes o rosas
que entregan para mí su primero
último ademán
hasta que el fuego renovado e inmemorial
me cubra.

viernes, 29 de marzo de 2013

Luxor Baladna

ANSUYA in a classical belly dance

Soñé contigo esta noche - Paul Verlaine



Soñé contigo esta noche:
Te desfallecías de mil maneras
Y murmurabas tantas cosas…

Y yo, así como se saborea una fruta
Te besaba con toda la boca
Un poco por todas partes, monte, valle, llanura.

Era de una elasticidad,
De un resorte verdaderamente admirable:
Dios… ¡Qué aliento y qué cintura!

Y tú, querida, por tu parte,
Qué cintura, qué aliento y
Qué elasticidad de gacela…

Al despertar fue, en tus brazos,
Pero más aguda y más perfecta,
¡Exactamente la misma fiesta!

Parafilia





Cuando el murmullo de Glenn Gould irrumpe en el trastorno de mis madrugadas, abro la puerta del mundo que me presentaste en la penumbra. Tu boca toda pronuncia la historia que mueve mi cuerpo en ardor. Este hombre me da miedo porque yo lo adoro; él me dice de vuelta que me adora.
Un azote brutal hubiera sido pertinente, un embate contra el muro que me redujera al polvo o la total pérdida de la visión. Yo sería un ave exterminada extinta en amor y piedad y  no el insecto hecho nudos en el suelo suplicante de misericordia. Jamás gritaría mi vientre: Ven a mí. Ninguna fiera en sus alas vendría a arrancarme el hígado mañana.
Tú y yo sabíamos bailar, ¿recuerdas?
Tu mano se extendía cortésmente. Yo respondía con una reverencia. Empezaba esta danza macabra de violines asustados y dábamos giro tras giro pronunciando palabras peligrosas. Nunca tocaron nuestros pies el suelo pues la danza que emprendimos era asunto de los dioses: ellos pueden prolongar el frenesí. Otros, los primigenios, contemplan las grietas del universo mientras se besan los pies.
Tu historia es un eco que arquea mi espalda y tu mano esculpe el pecho duro frío de la noche cuando los muslos te amparan.
Mi grito sigue tu ausencia, lengua sedienta de vino derramado sobre el rostro.
Todo el aliento que te sabe ya perdido me hace decir locuras e indecencias que cargan tributos de mirra.

domingo, 17 de marzo de 2013

Ensayo para una conversación amorosa o el incendio de amor sagrado





Una parte de mi alma se mantiene viva del recuerdo. Como si pendiera de un fino hilo, la memoria viaja por corredores por los que solamente se pasa metiendo un poco la panza y aguantando la respiración. Se mantiene mi amor vivo temiendo la caída y el desprendimiento.
Como la de todos los amantes mi memoria es caprichosa y reúne los detalles más sutiles, quizás para cualquier otro, los más insignificantes. Mi corazón no puede detenerse a hablar de cosas secretas, de caricias y besos, que sólo podrían revivir en el corazón de quienes los han sufrido. Aunque sean inolvidables, las pasiones de dos amantes no tienen forma ni palabra escrita que sea transmisible.
Cuando estabas enfermo, se cubría tu frente de un fino rocío que yo arrastraba con el dorso de mi mano derecha queriendo decir: “Estarás bien, mi buen muchacho”.
Cuando caminábamos juntos, me hacía mucha gracia ver nuestros pasos bailando al mismo ritmo y alguna vez pretendí escribir un poema sobre el amor y nuestros pasos. A veces, no sé por cuál razón, dirigíamos en el mismo instante una mirada hacia el cielo, cada vez que veo el cielo te recuerdo. Nos otorgábamos así, algunos pasos de silencio. Una vez, apurados, pretendíamos llegar al otro lado de la calle para poder, a su vez, llegar a tiempo al teatro mientras yo intentaba explicarte los valores del silencio (esto fue después de prodigar una mirada al cielo y tomar una amplia bocanada de aire). No me escuchaste. Quizás yo estaba hablando muy bajo o quizás simplemente ni siquiera estaba hablando porque estaba valorando demasiado nuestro silencioso espacio juntos. Quizás sobrevaloré el silencio y dejé de decirte muchas cosas más importantes que las que siempre decía.
Yo no tengo mejores recuerdos que el resto de los amantes y el eco de tu risa se me hecho tan bello en la memoria como se le hace quizás a cualquier amante, pero para mí es imprescindible escribir tu risa en algún lugar porque mi mente no es nada suficientemente sagrado para poder contenerla.
Lo sabes, casi siempre te envolvía el sueño primero que a mí. Si hubiese estado segura de lo que sentía, ese temor terrible que alguna vez agitó el corazón de la bella Cassandra ante el vaticinio de la ruina, te hubiese dejado reposar como un arcángel implicado en el sueño y quizás nunca de nuevo habría podido parpadear para no perderme del momento de la madrugada en que peor te acorralaba el frío ni de la más sutil gradación de azul que se desplegaba en tu alcoba. Sin embargo, entonces, una voz más sosegada me invadía y decía: “Duerme ya, muchacha, no sientas temor. ¡Tu amante no se va a librar ninguna guerra! Podrán reír juntos en todos los jardines. Juntos.” No habría abandonado mis oraciones por sueño. Dios me lo ha dicho bien: Assalatu jaiurun minam naum.
No es, y nunca fue, una forma de vivir esta de vivir con miedo, pero no quiero traer el miedo hacia el mismo sitio donde habita el recuerdo más dulce.
Ahora tu mano acude a la mía para golpearla con fuerza contra tu pecho mientras dices: “’¿Crees que estoy muerto?, Escucha mi corazón.”
Ah, mi alma siempre agitada de amor por ti. Si alguna vez hubiera tenido el coraje suficiente para decírtelo, ¿habría cambiado la griega catástrofe? 
Esta muchacha no sabe nada. No sabe cómo vive en una parte de tu alma ni si vive del todo. Nada como tu aliento ha conmovido su espíritu. No ha podido olvidar el sonido de tu voz por la mañana que era sólo un poco más grave.  Ella muchas veces se te quedó mirando sin que lo notaras y sin advertir que, de estas cosas que no hacen visita a la esperanza, viviría esta alma que no toma en cuenta el tiempo ni las brechas que abren los mares. Ni tampoco la peor de las distancias que es la cercanía. No hace falta tenerte demasiado cerca para prodigarte desde la tristeza del silencio y el espacio de estos recuerdos toda la profundidad del amor y las palabras.

De vez en cuando, no sé por qué te apareces, y en algún lugar de mi sueño dejas perdido, más bien olvidado, cual sonámbulo muerto de amor, alguno de tus besos. Cuando te marchas ya yo te he dado todas mis bendiciones.

martes, 5 de marzo de 2013

Sobre la nostalgia - Milan Kundera (de "La ignorancia").


En griego, <<regreso>> se dice nostos. Algos significa <<sufrimiento>>. La nostalgia es, pues, el sufrimiento causado por el deseo incumplido de regresar. La mayoría de los europeos puede emplear para esta noción fundamental una palabra de origen griego (nostalgia) y, además, otras palabras con raíces en la lengua nacional: en español decimos <<añoranza>>; en portugués saudade. En cada lengua estas palabras poseen un matiz semántico distinto. Con frecuencia tan sólo significan la tristeza causada por la imposibilidad de regresar a la propia  tierra.  Morriña del terruño. Morriña del hogar. En inglés sería homesickness , o en alemán Heinweh, o en holandés heimwee. Pero es8 una reducción espacial de esa gran noción. El islandés, es una de las lenguas europeas más antiguas, distingue claramente dos términos: söknudur: nostalgia en su sentido general; y heimfra: morriña del terruño. Los checos, al lado de la palabra <<nostalgia>> tomada del griego, tienen para la misma noción su propio sustantivo: stesk, y su propio verbo; una de las frases de amor checas más conmovedoras es styska se mi potobe: <<te añoro; ya no puedo soportar el dolor de tu ausencia>>. En español, <<añoranza>> proviene del verbo <<añorar>>, que proviene a la vez del catalán enyorar, derivado del verbo latino ignorare (ignorar, no saber de algo). A la luz de esta etimología la nostalgia se nos revela como el dolor de la ignorancia. Estás lejos, y no sé qué es de ti. Algunas lenguas tienen alguna dificultad con la añoranza: los franceses solamente pueden expresarla mediante la palabra de origen griego (nostalgie) y no tienen verbo; pueden decir je m’ennui de toi (<<equivalente a te echo de menos>> o  <<en falta>>, pero esta expresión es endeble, fría, en todo caso demasiado leve para un sentimiento tan grave. Los alemanes pocas veces emplean la palabra <<nostalgia>> en su forma griega y prefieren decir: Sehnsucht: deseo de lo que está ausente; pero Sehnsucht, puede aludir tanto a lo que fue como a lo que nunca ha sido (una nueva aventura), por lo que no implica necesariamente la idea de un nostos; para incluir en la Sehnsucht la obsesión del regreso, habría que añadir un complemento: Sehnsucht nach der verlorenen Kindheit, o nach der Vergangenheit, nach der ersten Liebe (deseo del pasado, de la infancia perdida o del primer amor).
La Odisea, la epopeya fundadora de la nostalgia, nació en los orígenes de la antigua cultura griega. Subrayémoslo: Ulises, el mayor aventurero de todos los tiempos, es también el mayor nostálgico. Partió (no muy complacido) a la guerra de Troya, en la que estuvo diez años. Después se apresuró a regresar a su Ítaca natal, pero las intrigas de los dioses prolongaron su periplo, primero durante tres años llenos de los más fantásticos acontecimientos, y después, durante siete años más, qué pasó en calidad de rehén y amante junto a la ninfa Calipso, quien estaba tan enamorada de él que no le dejaba abandonar la isla.
Hacia el final del canto quinto de La Odisea Ulises dice: <<No lo lleves a mal, diosa augusta, que yo bien conozco cuán bajo de ti la discreta Penélope queda a la vista en belleza y en noble estatura. (…) Mas con todo yo quiero, y es ansia de todos mis días, el llegar a mi casa y a gozar de la luz del regreso>>. Y sigue Homero: <<Así dijo, ya el sol se ponía, vinieron a las sombras y, marchando hacia el fondo los dos de la cóncava gruta, en la noche gozaron de amor uno al lado del otro>>.
Nada que pueda compararse a la vida de la pobre emigrada que había sido Irena durate mucho tiempo. Ulises vivió junto a Calipso una auténtica dolce vita, una vida fácil, una vida de alegrías. Sin embargo, entre la dolce vita en el extranjero y el arriesgado regreso al hogar eligió el regreso. A la apasionada exploración de lo desconocido (la aventura) prefirió la apoteosis de lo conocido (el regreso). A lo infinito (ya que la aventura nunca pretende tener un fin) prefirió el fin ya que el regreso es la reconciliación con lo que la vida tiene de finito).
                Sin despertarlo, los marinos de Feacia depositaron a Ulises envuelto en sábanas en la playa de Ítaca, al pie de un olivo, y se fueron. Así terminó el viaje. Él dormía exhausto. Cuando se despertó no sabía dónde estaba. Pero Atenea despejó la bruma sus ojos y a él le embargó la ebriedad; la ebriedad del Gran Regreso; el éxtasis de lo conocido; la música que hizo vibrar el aire entre el cielo y la tierra: vio la ensenada que conocía desde la infancia, las dos montañas que la rodean, y acarició el viejo olivo para asegurarse de que seguía siendo el mismo de hacía hace veinte años.
En 1950, cuando hacía catorce años que Arnold Schönberg vivía en Estados Unidos, un periodista norteamericano le formulo algunas preguntas malintencionadamente ingenuas: ¿Es cierto que la emigración debilita en  los artistas su fuerza creadora, que su inspiración se agota en cuanto dejan de alimentarle las raíces de su país natal?
¡Imagínense! ¡Tan sólo cinco años después del Holocausto, el periodista norteamericano no le perdona a Schönberg su falta de apego a la tierra en la que, ante sus propios ojos, se había puesto en marcha el horror de los horrores! Pero no puede evitarse. Homero glorificó la nostalgia con una corona de laurel y estableció así una jerarquía moral de los sentimientos. En ésta Penélope ocupa un lugar más alto, muy por encima de Calipso.
¡Calipso, ah, Calipso! Pienso muchas veces en ella. Amó a Ulises. Vivieron juntos durante siete años. No sabemos cuánto tiempo compartió Ulises su lecho con Penélope, pero seguramente no fue tanto. Aún así, se suele exaltar el dolor de Penélope y menospreciar el llanto de Calipso. 

domingo, 10 de febrero de 2013

Nina Simone: Go To Hell

Ella huye de su amante, él la persigue o no.



¿Qué tanto puedo obsesionarme hoy  y perseguir el eco de tu grito?, ¿Cuál es el límite de mi amor?
Hasta qué frontera se presenta tu rostro amable desplegando una sonrisa. Hay que ser dominante de ardua y perpetua hechicería para entender los códigos de los pasillos por donde te paseas noche a noche. Tú sabes que soy fruta blanda, roja, sanguínea y que me he disuelto en todos los latidos de tu corazón. En tus extrañas verdades, en cada golpe y en sensualidad. Tus prisiones eran mías. Tus pasiones también. Confortable sin embargo es el abismo que te separa de mi belleza, la belleza que se guarda para ser dada en el momento adecuado ¿Recuerdas? Esa belleza, código y arquetipo inexistente, espeluznante que te brindé como fruta (también me gustan los paréntesis) blanda, roja y sanguínea. No te preocupes hoy ya. Todo ha muerto, menos el alma.


Russian Red Army Choir - Russian Military Marches

domingo, 3 de febrero de 2013

Arvo Part - "Spiegel im Spiegel'

Vivaldi Opera Giustino Aria ''Vedro con mio diletto'' Anastasio RV717 by...

Beethoven Diabelli Variations op 120 29 29 Variations XXXI XXXIII SD

Johann Sebastian Bach - ''Little'' Fugue in G minor, BMV 578

madeleine peyroux - dance me to the end of love

J.S. Bach - Alessandro Marcello Concerto in D minor BWV 974: Adagio

"Canción a Paola" de José Sabre Marroquín

sábado, 19 de enero de 2013

Nuestras cosas favoritas


Le tigre, le  renard, le amant amoureux
qui que vous soyez... 

“Brown paper packages tied up with strings…”

Sebastián llegó a mi vida con un paso ligero. Un paso que no hubiera advertido si no hubiésemos coincidido en aquel concierto de Jazz nada especial. Mariano, sin ninguna advertencia, había decidido dejarme e instalarse en Francia para realizar sus estudios de posgrado.
Así había quedado yo: con el acopio de un montón de porquerías acumuladas que me recordaban lo que había sido mi vida esos últimos tres años. Postales, facturas, servilletas, fotografías, mandalas para colorear, pendientes, tarjetas, poemas apresurados en un trozo de papel que rezaban: “Our love is not unsheltered.” Tales cosas habían sido compiladas con profundo rigor para ser, sin dolor ya, enviadas hacia el fondo del basurero. Escuchar el estruendo de las bolsas que habían sido arrojadas un segundo antes por el bajante encarnaba la nota musical indescriptible que me brindaba ahora la esperanza de un lugar común: la esperanza de una nueva vida.
No quise apresurarme hacia la embriaguez ni a vicio alguno que adormeciera por instantes la percepción inmensa que tenía del vacío que él había dejado en la casa, en la cama, y, sobre todas las cosas, en mis oídos. Noche a noche me acostumbré a ofrecer las críticas más sinceras sobre todos sus prometedores embriones literarios. Como había recomendado mi psiquiatra, debía mantenerme alejada de las medicaciones, re-estructurar mi vida y asumir mi duelo.
Esos días no quise recibir llamadas de nadie. Ni de mi madre a quien veo una vez al año y me relata noticias de una ciudad que no conozco ni me interesa. Nada en la Internet me parecía interesante a excepción de los minutos que dedicaba en las mañanas a leer los titulares de las noticias en una especie de ansiosa comprobación de que no se desatara, en mi momento más precario, la Tercera Guerra Mundial. Hacía la nerviosa inspección del correo electrónico para hallar ninguna correspondencia de Mariano ni de algún otro ser humano que, bajo los efectos de un impulso que no puedo adivinar siquiera, decidiera escribirme aunque sea unas magras líneas. Mis vínculos más profundos se hicieron esas vacaciones con los minutos que invertía por las tardes en jugar ajedrez, en los libros que no había podido leer en los últimos años y en la milimétrica examinación auditiva que hacía de mis discos de Jazz.
Esos días fueron de alimentación precaria y descuidada gracias a que no contaba con suficiente dinero para asumir los gastos del apartamento y una dieta sana teniendo como ingreso una irrisoria beca de estudios universitarios. Me hice amiga del té, del café y del pan tostado. Eso cuando el dolor que condensaba mi estómago, porque los japoneses afirman amar no con el corazón sino con el estómago, me recordaba que si no comía corría riesgos severos que, hacía ya rato, habían traspasado el umbral de la anemia. Esos días pasaron, en suma, con una rapidez que no podía sino traducir en extraordinaria lentitud al ponerme de pie cada mañana.
Ahí estaba yo, no tenía la fuerza suficiente para interpretar qué banda estaba escuchando ni de dónde venían ni me interesaba. Yo sola, había decidido hacerme de la entereza necesaria para pararme, en medio de doscientas personas que veían a ver un concierto de Jazz, a mirar al vacío mientras reflexionaba acerca de nada, profundamente doloroso, cuando Sebastián decidió hablarme por primera vez.
En mi perplejidad, no encontraba la contestación razonable a las palabras que tan de súbito me prodigaba el muchacho y solamente pude, en lo que él habrá considerado alarde de mis habilidades histriónicas, fruncir el ceño como quien es insultado en la primaria con un compuesto verbal traído de los pelos.
―Marla -dije extendiendo mi mano con cierto temor pero con grandes cuotas de curiosidad-.
-Sebastián -dijo dándome la mano con fuerza-.
Pudimos conversar un poco sobre las cosas de las que la gente habla cuando no sabe de qué hablar, como el clima, apreciaciones superficiales sobre el concierto y tabaco. Yo, aunque siempre me repito que debo dejarlo, que no me gusta andar por el mundo oliendo a cigarrillos, he aunado mi ansiedad con la nicotina y él fumaba una pipa que me pareció especial. Le pregunté si podía fumar de su pipa y asintió con un gesto leve de temor.
Al poco rato de hablar sobre algunas trivialidades pensé que se me haría tarde para llegar a casa y no quería perder el último autobús. Intercambiamos teléfonos antes de despedirnos. Me producía algo de vergüenza toparme con él y no saludarlo, como ya hacía con un montón de gente que me resultaba agradable y que, por alguna temeridad que no puedo interpretar de momento, simplemente ignoraba conforme emprendía mi tránsito por los corredores de la facultad.
No había podido detenerme en sus rasgos. Sebastián era un muchacho de vestir prolijo y elegante. Combinaba abrigos con jeans, y zapatos de cuero siempre brillantes; los lentes redondos como John Lennon, una boina ocasionalmente, asido a su pipa de forma invariable. Era un muchacho flaco, de una fisionomía muy fina, manos largas, cuerpo pálido y menudo. Había un detalle de indefensión en su cuerpo que me parecía muy atractivo. Sus ojos eran oscuros y miraban con atención, abiertos como un lago. Su sonrisa se desplegaba siempre con naturalidad.

A pesar de que en ese momento de mi vida estaba en pleno roce con la quiebra económica y no podía brindarme mayores consentimientos, viajar a ciudades lejanas o tomar un simple café en mi lugar favorito, los momentos a su lado se conformaron de cosas simples: “O melhor da vida são as coisas simples.” -anunciaba un afiche que había colgado en mi pared cuando mi adolescencia llegaba a su término. Me pareció que me sería de utilidad en algún momento de mi vida y así fue-. Las caminatas se extendieron en aquel período por toda la ciudad y se dilataron en conversaciones sobre nuestra música favorita: John Coltrane, Can, Bob Dylan, David Bowie, Leonard Cohen, Stan Getz, Radiohead -la razón de su vida, según me dijo una vez- Charlie Parker, etc., nos arrojaban en diálogos de divertidos tarareos que terminaban derramados en una salsa literaria. Estos entramados intelectuales que logramos urdir entre nosotros, le brindaban al día entero una atmósfera crepuscular donde se desplegaba toda nuestra admiración, y, al menos en mi caso, la conciencia de cierta necesidad de su perdurabilidad en mi vida, y, por tanto, otra, un tanto más aguda, de lo efímero.

 

Había ocasiones en las que nada sabía de él mas desplazaba mis repentinos temores tomando como pilar mi propia naturaleza que no gusta de ser invadida y requiere dosis amplias de libertad. Intentaba, en lo posible, no escribirle ni hacerle ningún llamado que pudiera parecerle molesto. No obstante, estos períodos tampoco se extendían demasiado y era cuestión de dejar pasar un par de días para que se manifestara. De cierta forma soy un ser acostumbrado al trabajo de la paciencia y a las esperas interminables.

 

Tácitamente se había establecido un acuerdo donde habíamos decidido no llevar las circunstancias de nuestra amistad a escala romántica alguna. Era la primera señal, según los estándares del cine más comercial, que teníamos para saber que algún día amaneceríamos juntos.

 

La madrugada siguiente a mi cumpleaños número 24 extendió sus brazos hacia mí sonriendo. Me preguntó si quería bailar y yo, asintiendo, avancé hacia él para comenzar una danza muy alegre de My Favorite Things. Nunca había tenido su cuerpo tan cerca ni había intuido el ritmo de su respirar o su aliento cálido sobre mi piel. Su abrazo era una especie de bálsamo reconfortante como esos que sólo conocen las abuelas y colocan sobre las enfermedades eritematosas; un agua mansa de la que no podía ni quería salir. No abandoné tal ternura sino para descalzarme y entregarme a la desnudez de nuestros cuerpos. Ya en el reposo, hablamos sobre nuestros perfumes, sobre nuestros pies y Sebastián me pidió encarecidamente que no le amase nunca.

-No te preocupes por el amor de los cadáveres -repuse-. Algo a veces se rompe en ellos y se les amarga la boca al sólo intento de pretender hablar de amor o decir simplemente “amor”. Seguidamente le di un beso en la frente y un abrazo lleno de un cariño que ya salvaba entre nosotros cierta distancia.

Bajamos y tuvimos una despedida desenfada mas no displicente. No volvimos a hablar del incidente.

Apenas rayaba el alba. Tras cerrar la puerta, con un poco de resaca, justo como en aquel concierto, mirando hacia el indicador del ascensor me repetí en un susurro: Nuestro amor no está desamparado.







jueves, 17 de enero de 2013

Dulcificación de la razón - María Zambrano (fragmentos)

No es el Logos el principio del mundo, sino la medida, ley de la naturaleza invariable e inflexible.  Ley sin resquicio para la libertad ni la piedad.[...] Y al ser la razón medida y armonía, la ley queda casi imposible de fijarse. De ahí que la verdadera medida no pueda encontrarse en un dogma, sino en un hombre concreto que percibe con su armonía interior. la armonía del mundo. Es una cuestión de oído, una virtud musical la del sabio; es una actividad incesante que percibe, y es un contínuo acorde. Es, en suma, un arte. La moral se ha resuelto en estética y como toda estética tiene algo de incomunicable. [...]

La virtud suprema es la elegancia, puede decirse; guardar la línea, lo que un español madrileño de hoy llama "guadar el tipo".

Y este transformar la ética en estética y hacer de la elegancia una virtud hasta la muerte, parece ser el secreto último de Séneca [...] Es la razón en su forma más social y aun más sociable, la diplomacia; siempre pactando, siempre evitando la total ruptura aun es las vísperas de guerra, para conservar el estilo, para conservar la razón.  [...] Y la forma única de la moral tiene que ser, necesariamente, estética, la línea, la forma pura.

La fe estoica era la antigua fe griega en la razón natural, en el <<fuego que alumbra con medida y se extingue con medida>>. Vivir y morir con medida es la ley suprema, única ley; ley musical más que racional. [...]

Nada más antisenequista que la queja de Job, el pedir cuentas a la divinidad. Séneca no tenía en parte alguna a quien pedir cuentas. La razón impersonal no deja pregunta alguna acerca de sus injusticias. Vivía en la desolación total de quien acepta la razón por entero y luego la encuentra desvalida. Desvalida como se encuentra siempre la razón natural, cuando la misma naturaleza la desmiente. La razón natural, la razón que no se diferencia de la vida, coincidente con ella y que por lo mismo no sirve para explicarla, ni para trascenderla; todo lo más para soportarla.

Soportar la vida. Conllevarela dignamente. La dignidad es el único resquicio para el estóico, lo más parecido a la libertad personal, pero más conmovedor a nuestros ojos, porque no tiene horizonte alguno; dignidad a la desesperada. [...]

Porque esta resignación es un ni creer ni no creer. Es ceder, ceder ante la muerte. Ceder a ser devorado por el tiempo o por el fuego. Eludir la existencia, que sale de sí afirmándose, el salir fuera venciendo los acontecimientos, en un acto de decisión. Es no querer alterar por nada el orden del mundo, por extraño que nos sea; mirarse sin rencor, haber cesado de verse y sentirse como algo que es. Es extirpar si lo ha habido, la tentación del yo, de la libertad. Es una especie de debilidad ante el cosmos; caer vencido por él sin rencor. 


Descubrimiento del tiempo - María Zambrano (fragmento)





Si toda vida es tiempo, la evidencia de esta realidad se nos hace presente en determinados trances, en un cierto momento, cuando algo ha dejado de ser, cuando algo nos ha abandonado. Entonces en el hecho de su presencia aparece el negro telón del tiempo.
Indudablemente el tiempo no puede verificarse más que en un momento negativo dentro de nuestra propia vida, en que hemos perdido alguna cosa que lo estaba llenando; el tiempo es la subsistencia de nuestra vida y por lo mismo está bajo ella, como fondo permanente de todo lo que vivimos; descubrir ese fondo tiene algo de caída que sólo tienen lugar en un especial estado de angustia desengaño o vacío. Descubrir el tiempo es descubrir el engaño de la vida, su trampa última, es sentirse forzosamente, en un instante al menos, como un muchacho engañado al quien le cae el engaño. Es así un entrar en razón.