lunes, 17 de septiembre de 2012

Máter


Quizás tu madre, por los rigores de obligatoriedad que hay presentes en las labores maternas, esté bastante familiarizada con tus rasgos. Tu madre debe saber cuando mientes, acertar diciéndote que estás equivocado. Debe ser penoso para ti admitirlo. Las madres son así, tienen que aprender, quizás con miedo, a arrojar a sus hijos a una libertad vasta como el silencio rotundo de Astianacte. Debe ser duro para un hombre escuchar suposiciones sobre la relación con su madre, me disculpo por tanta osadía. Esta reflexión nació a partir de preguntarme si alguien que tanto te conoce, si alguien en el mundo, fuera de todo contexto, había advertido como yo el deseo en tus ojos.

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