¿Recuerdas el primer día?
salada la carne en cubos
fue lentamente cocida hasta
alcanzar su punto tierno
en vasija de barro servida.
¿Recuerdas la vasija de barro?
con ambas manos la puse sobre tus muslos
y me senté frente a ti
descubrí en ese momento
la resonancia de tus palabras favoritas.
Pequeño cordero sacrificado para ti.
No bastó ni nuestra desnudez implicada en la inmensidad de los campos
ni las distancias recorridas por nuestros pies descalzos
fueron ignoradas nuestras danzas y ofrendas a los dioses
bajaron las aguas
y se llevaron mi vida.
Pequeño cordero sacrificado por ti.
¿Qué pasa con la muerte que ha sido impuesta mediante las aguas?
Aunque la gracia no nos haya sido concedida
durante suficiente tiempo como para ver juntos el paso de las estaciones
Así como te recuerdo yo
en cada destello del día
vuelve a recordarme amado mío
cuando seas testigo de los arrecifes
o de la luz.
Para dejar constancia. Te dije:
ResponderEliminarEs sobrecogedor me produce una especie de remordimiento. Quizás porque todos hemos servido así como en ese poema, porque todos hemos sido cordero o comensal, porque todos hemos abandonado, todos recordamos, olvidamos, y esperamos ser recordados igual o igual olvidados
quizás por eso. Hay otra cosa. Cómo haces para mezclar la gimnasia con la magnesia? Es decir, yo me peleo con las palabras justas. En su literalidad ellas siempre hacen lo que les da la gana. Tú usas las palabras con otros sentidos yo me siento incapaz de hacer eso...
Nunca habría pensado, por ejemplo, en corderos o muertes por agua, o ritos, dioses, danzas no soy tan mística para pensar así pero esas me llegan cuando las leo y en tu poema todas hacen juego entre sí.
Queda por escrito.