No quiero hablar de ruinas
sino de espejismos
esa urdimbre de la muerte
y la belleza se ha perdido
acaece el peso de lo vacuo
puesto siempre con tino inigualable
para dejar sus migajas
de tanta y tanta tierra
y cuerpo manoseado
de pilares húmedos mohosos
de palabras lanzas y estertores
frenéticos potros desatados
tanto en cráneo quironeano
como entre las patas y pezuñas
de la cabra
hablemos ahora del latido y
la carrera del dejar violentamente
sobre tu rostro las hogazas del pan
para la cena
de la traición y del insulto
como si fueran portadores
de la hermosura benigna
de todos los encuentros
manojo de tentáculo
hierba salvaje escapando de la grieta
estaba el corazón lleno de sangre
pero podrida toda en compañía
de la gusanera
coqueteo proserpino y
seducción solar inútil
agitado el cuerpo
corazón de odio
exorcizada ya el alma de mi espectro
reposo en la llanura
descartando cocteles barbitúricos
y esperando no ya los espejismos
sino las flores ausentes de tus ruinas
Yo aguardo calma para redimensionar
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