El momento del desasosiego
se abrió paso
tembló el cuerpo
llegó la tempestad
a llevarse todo
quedó mi cuerpo en reposo
de santos óleos
él me confortó con su mirada
él me protegió bajo su mano
no fue necesaria la súplica
el hombre piadoso, me miró, me sonrío
y acarició mi corona.
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